domingo, 15 de octubre de 2023

LA GUERRA DE TROYA NO TENDRÁ LUGAR Y NUNCA HUBO CONFINAMIENTO

LA GUERRA DE TROYA NO TENDRÁ LUGAR Y NUNCA HUBO CONFINAMIENTO

En una entrevista realizada hace ya tres años, el presidente del gobierno declaró que el confinamiento no había tenido lugar. En la sospecha de que puedan estar preparándonos algo nuevo de similar naturaleza (de hecho la alarma del cambio climático ya les está dando ideas), aquí van unas sencillas reflexiones. 

"La guerra de Troya no tendrá lugar" es una obra de teatro escrita por Jean Giraudoux y estrenada en 1935. Troya es el trasunto de la Europa que tan sólo cuatro años más tarde iba a entrar en una devastadora guerra cuyos detonantes políticos ya se estaban desarrollando entonces. La inevitabilidad de la contienda venía alimentada por el enjambre de intereses políticos que pese a unos pocos, acabaron por desencadenar el conflicto. La propaganda sustituyó a la diplomacia como el arma definitiva para conformar la imagen del enemigo.

Casi seis décadas después, en 1991, Jean Baudrillard escribe sobre la primera Guerra del Golfo en un artículo/opúsculo titulado "La guerra de Irak no ha tenido lugar", en el que corrige su anterior publicación de meses atrás "La Guerra de Irak no tendrá lugar". Para entonces, la idea de la propaganda ya ha sido superada. Desde McLuhan sabemos que la información es poder, y que las posibilidades de manipulación de la información van mucho más allá de lo que se conocía como propaganda: aquello de lo que no se informa, no existe. El principio es simple.

Es más, también sabemos a partir de las reflexiones de Guy Debord que esa información (canalizada a través de palabras e imágenes), a su vez, ha sido transformada en espectáculo, objeto de placer visual, de satisfacción pulsional. No sólo no existe aquello de lo que no se informa, sino que además no existe si no fascina, si no resulta "espectacular". Los artífices del 11-S lo tuvieron muy en cuenta cuando perpetraron su horrendo atentado. Paul Virilio analizó esta cuestión de forma tan cruda que escandalizó a parte de la opinión pública bienpensante, porque la verdad rayaba lo intolerable, aquello que "no se quiere saber".

Pero hay un paso más allá, que ya se viene gestando desde mediados de los años 70 y que Adam Curtis investiga en su documental "Hypernormalisation" (2016). Se trata no ya de reducir el mundo a un espectáculo, de "banalizar el mal" como diría Hannah Arendt, sino de hacerlo transparente ("La transparencia del mal" es por cierto el título de otro de los más famosos ensayos de Baudrillard). Transparente, tan invisible como el aire que respiramos. Se trata de crear un espejismo de realidad; sabemos que el espejismo es el resultado de la reflexión de la luz sobre sucesivas capas de aire caliente. El espejismo, el sueño, la alucinación y, finalmente el delirio, a través de la sustitución de la realidad por "otra" realidad alternativa, es ahora la estrategia del poder. La gente ve sin ver, no ve lo que hay, ve otra cosa. Vive confundida en una realidad-espejismo

Por tanto, si nunca hubo confinamiento... ¿lo habremos soñado?

Fotografía de Josef Koudelka . Praga, primavera de 1968

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